martes, 29 de noviembre de 2016

ORIGEN DE LAS RUNAS


Autores como Ralph Blum y Fabiana Daversa han expresado la complejidad de estudiar las runas, ambos concuerdan en que les llevo bastante tiempo dominar este asunto, por ejemplo, Ralph Blum cuenta cómo las runas llegaron a él por medio de un regalo que al principio le fue indiferente pero después de algunos años, al estar apilando sus libros, vio aquella bolsa donde guardaba sus Runas y en una noche decidió comenzar a estudiarlas y expresa que no fue nada fácil la tarea; por otro lado, Fabiana Daversa nos cuenta acerca de esta exhaustiva búsqueda e investigación que realizó durante casi veinte años para lograr escribir un tratado de Runas. Observando estos dos casos, podemos ver como este tema es bastante amplio y complejo.
Además de lo anterior, estos autores y algunos otros especialistas en la materia han concluido que no se tiene precisión de cuál y cómo fue el origen exacto de las Runas, a pesar de los estudios que se han realizado a lo largo de los años acerca de este tema, pero al remontarnos un poco en aquella época y utilizando como base la información aportada por Ralph Blum y algunos datos de otros medios como Internet, podría decirse que el origen de las runas es como a continuación se explicará.
Las Runas son una de las formas de adivinación más antigua cuyo origen se remonta a la Edad de Bronce[1] y, seguramente, a etapas anteriores. Los aguerridos pueblos nórdicos (hoy Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia) utilizaron estos símbolos para comunicar y dejar constancia de sus hazañas pero, más antiguo aún fue su uso mágico y oracular.
Odín, cuyo nombre significa viento y espíritu, es la divinidad principal en el panteón de los dioses nórdicos, el cabeza de familia y líder de los demás dioses. Principalmente porque logró deshacer los planes del dios Loki[2] de llevar a cabo el Ragnarok (ocaso de los dioses), por lo que consiguió el respeto de los demás dioses y un lugar similar al de Zeus en el Olimpo Griego.
Era un anciano fuerte de barba blanca. Llevaba dos cuervos sobre sus hombros (Hugin y Munin: pensamiento y memoria) que vigilaban el mundo cada mañana para informarle de cuanto ocurría. El dios montaba en su brioso caballo de ocho patas Sleipnir, nombre que se traduce como resbaladizo.
Este extraordinario animal simbolizaba los ocho vientos que provienen de los ocho puntos cardinales y era capaz de ir velozmente de un extremo al otro del horizonte. Además, Odín llevaba consigo una poderosa lanza llamada Gungnir, que jamás fallaba, y, desde su trono Hliðskjálf, podía observar el mundo entero, pero no podía observar el futuro, y al ser dios de la sabiduría, tenía una inmensa necesidad de conocer el futuro, pues se dice que fue él quien dio el don de la curiosidad a los hombres.
Odín sabía que quien bebiera de las aguas del pozo Urd obtendría la omnipotencia, de forma que acudió allí, y pidió a Mimir, su guardián, que le permitiese beber de las aguas. Odín adquirió la sabiduría a cambio de uno de sus ojos, siendo su ojo arrojado a las profundidades del pozo para que permaneciera allí por toda la eternidad, y esta petición fue hecha porque esto simboliza la diferencia entre belleza y fealdad, viéndose aquí el sacrificio de la belleza por la sabiduría.
Más adelante, en un enfrentamiento entre los Vanir y los Aesir[3], Mimir fue decapitado, y Odín tomó su cabeza, y la conserva junto a sí, haciéndola hablar por medio de la magia, lo cual la convierte en una fuente inagotable de conocimientos.
A pesar de que los conocimientos que Odín obtuvo eran de gran importancia, su sabiduría absoluta no consiste solo en estos, sino que también se compone de la magia y las poesías. El saber de estas dos artes lo obtuvo mediante el conocimiento de las runas.
Ocurrió que Odín queriendo obtener el saber de las runas se colgó durante nueve días y nueve noches del Yggdrasil (el fresno sagrado), el Árbol del Mundo, herido por su propia espada Gungnir, atormentado por el hambre, la sed y el dolor, solo y sin ayuda. Concluido el lapso, en la noche del noveno día, fue capaz de adentrarse en las mismísimas entrañas del ser, surcando las aguas de su propia alma, y allí en el fondo, vislumbró los caracteres rúnicos, con un grito desgarrador llegó hasta el fondo y se apoderó de ellos, aunque esto le provocó la muerte, resucitó, ahora conocedor de las runas y por medio de estos dos sacrificios se convirtió en el dios conocedor de todas las cosas y poseedor de la sabiduría absoluta, dejando las Runas a la humanidad como su legado.
Desde el principio las Runas asumieron una función ritual y servían para leer la suerte, para predecir y para invocar altos poderes que pudieran influenciar las vidas y fortunas del pueblo. El arte del Runemal concernía a todos los aspectos de la vida, desde los más sagrados hasta los más prácticos. Había Runas y hechizos para influenciar el clima, las mareas, las cosechas, el amor, los curaciones; Runas para la fertilidad, para maldecir y para deshacerse de las maldiciones, para el nacimiento y la muerte. Las Runas eran talladas en los amuletos, en los utensilios para beber, en las lanzas de batalla, sobre los umbrales de las casas y sobre las proas de los barcos vikingos.
Los lectores de Runas de los teutones y vikingos usaban sorprendentes vestiduras con las que se reconocían fácilmente. Honrados, bienvenidos, temidos, estos shamanes[4] eran figuras familiares en los círculos tribales y existe evidencia de que un buen número de practicantes rúnicos eran mujeres.
Para los ojos pre-cristianos, la tierra y todas las cosas creadas estaban vivas. Varas y piedras servían para adivinaciones rúnicas, pues siendo objetos naturales guardaban poderes sagrados. Símbolos rúnicos eran tallados en madera dura, grabados en metal o cortados en piel teñida con pigmento a menudo mezclado con sangre humana con el objeto de acrecentar la potencia del hechizo. Las Runas más comunes eran guijarros lisos y planos con símbolos o glifos pintados sobre uno de sus lados. Los practicantes del Runemal sacudían su bolsa llena de guijarros y los esparcían sobre la tierra: aquellos que caían con los glifos hacia arriba eran entonces interpretados.



[1] Edad de Bronce: 3 000 - 1 500 a.C.
[2] Loki: es un dios embaucador de la mitología nórdica. Hijo de los gigantes Farbauti y Laufey.
[3] Los Vanir y los Aesir son dos grupos de dioses.
[4] Shamán: Hombre que en algunas culturas hace predicciones, invoca a los espíritus y ejerce prácticas curativas utilizando poderes ocultos y productos naturales; también suele aconsejar y orientar a las personas que acuden a consultarle.

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